jueves, 23 de febrero de 2012

VALOR!!!

  • Afrontar nuestra propia persona y responsabilizarnos de la vida que hemos elegido o que nos ha tocado vivir.
  • Asumir el reto de enmendar nuestros errores pasados, más aún aprender lo que corresponde de ellos y llevar con entereza sus consecuencias hasta el final.
  • Visualizar la vida y las cosas de una forma diferente, sin juzgarte a ti y juzgar a los demás, sabiéndote humano: sabio y errado, competente e incapaz, poderoso y débil.
  • Sobrepasar las condiciones difíciles que se nos presentan, vivir intensamente la crisis no permitiendo que esta disminuya nuestras esperanzas en el porvenir y la capacidad de visualizar valiosas oportunidades.
  • Luchar de forma incansable por la felicidad que ésta en el camino y no en la meta, superarte a ti mismo cada día, esforzarte por cambiar aun aquello que esta bien por algo mejor.
  • Sentir  paz y alegría sobre un entorno adverso, rechazar la invitación constante de la depresión a seguir el ritmo que marca la desesperación y el miedo.
  • Soñar siempre, amar siempre, entregar siempre, servir siempre, porque el tamaño y la naturaleza de estos dones son las dimensiones que miden lo que vales como persona.
  • Aceptar el cambio como parte de la vida misma, decir si a la invitación inesperada, a lo diferente, a lo dramático, a lo nuevo que quizás no siempre parecerá positivo, pero trae consigo sus propias bendiciones y su propia lección.
  • Desafiar las situaciones contenciosas y conflictivas mediante una actitud renovada, pacifica, objetiva y serena, despertando la conciencia ante la aterradora posibilidad de perder la paz que sana y edifica adentro de ti.
  • Esperar, prescindiendo de las manos hacedoras, controladoras, caprichosas, impulsivas que desean adelantar las cuerdas al reloj de la vida, permitiendo que en cada instante se revele el orden divino.
  • Intuir, dar significado a los latidos del corazón, desplazar la seguridad de dar crédito sólo a lo que procesan nuestros sentidos físicos, originando una comunicación directa del alma al alma.
  • Cosechar, detenerse a recoger los frutos del trabajo y disfrutarlos, usar tiempo para valorar el esfuerzo propio y el ajeno, mediante la observación, el deleite del arte, de lo bueno, lo bello y los placeres de la vida.